miércoles, 14 de diciembre de 2011

Vuelve Paquito

Pues sí.  Llega 1962 y vuelve Paquito porque en ese año se producen varios acontecimientos en la familia que hay que reseñar.  Pero para seguir el hilo cronológico tengo que poneros esta foto anterior que he encontrado.


Observad bien la cara del Rey Mago, incluso la del paje que debe ser una paje.  Yo creo que no le tuve que ver porque sino seguro que no vuelvo a querer saber nada de los Reyes Magos en la vida.  Más bien parece el Hombre del Saco, con esos dientes mellados y esos ojos lascivos, vamos que hoy día ven a un adulto con un niño poniendo esa cara y lo detienen por pederasta o algo parecido.


De todas formas en esa época había muchos curas que te miraban también así y ya veis como dice el refrán, de aquellos polvos vienen estos lodos.


Continuando con la vida, en estos últimos años mi abuela había viajado a Venezuela por primera vez, es España se quedaron mi tia y mi madre.  Antes de que volviese se me tuvo que caer el primer diente y como siempre la quise mucho se lo tuve que enviar de esta forma:

El diente está atado con un hilo a la foto

Las manchas son del famoso pegamento Imedio
Así en febrero de 1962 se casa mi tía Magdalena con Vicente Núñez Enguídanos que a pesar de sus muchos defectos fue mucho más que un tío para mí, y al que siempre quise bastante y del que guardo muy buenos recuerdos.


No se porqué mi tía no esperó a que llegase de Venezuela mi abuela, aunque tengo una opinión al respecto.  La cosa es que el viaje de novios fue a Galicia, creo que a Vigo donde llegó mi abuela y la recogieron.
La boda de mi tía, yo soy el que lleva la cola.  El padrino fue Ángel un inspector de seguros con el que mi tío tenía mucha amistad personal.
 Yo mientras tanto inicié el entrenamiento para hacer la primera comunión.  En aquella época aunque aún no lo sabía estaba predestinado a ser un mal católico, un mal creyente y un mal de todo eso.  Ya os lo iré explicando.


Lo primero que tenía que hacer un buen católico de la época, que tenía que "recibir a Dios" era aprenderse el Catecismo de memoria.  En España hemos tenido, aparte de anecdótico Catecismo Socialista, dos Catecismo relevantes.


El catecismo Ripalda fue escrito por Jerónimo Martínez de Ripalda, jesuita de ascendencia vasca nacido en Teruel en 1536.  Editó su catecismo en Burgos en 1591, aunque la edición más conocida es la de Toledo en 1618, año en que murió.  Tuvo mucha difusión en la mitad sur de España.

El otro catecismo fue el Astete, llamado Catecismo de la Doctrina Christiana, fue elaborado por el también jesuita Gaspar Astete nacido en Salamanca en 1537, falleció en Burgos en 1601.  Este catecismo tuvo más difusión en la mitad norte de España.
 
A mí me tocó este último en aquel formato cuadernillo que muchos recordarán, y con él bien aprendido me dispuse a hacer la primera comunión después de mucho entrenamiento con trozos de ostias no consagradas para tragartelas sin que los dientes tocasen el cuerpo de Cristo, que era bien difícil.


Otra de las cosas que los niños teníamos que llevar era el libro:




En el libro de la primera comunión se nos adiestraba hábilmente con estos contenidos:


Detalle curioso: en la página de la izquierda pone Graphic Andrós, algo que no creo que estuviese muy bien visto en la época.
Con todo este equipamiento y aprendizaje llegó el día del debut, día en el que quedó claro que yo estaba poseido por el maligno porque al tomar la ostia consagrada, se me pegó al paladar por aquello de nada de dientes y camino de mi banco, fui dando arcadas.  Todavía recuerdo la cara de horror de la gente que temía que el maligno expulsase de mi cuerpo el cuerpo de Cristo, y más horror todavía cuando para evitar "potar" terminé por decidirme por introducir los dedos en la boca y obligar al cuerpo de Cristo a entrar dentro.



Sí fue tal y como os lo cuento, las miradas que recibí hasta salir de allí me tenían acojonado y encima al salir tropecé, caí y me manché el pantalón, claro que la gente lo encontraba lógico en un niño que transportaba el cuerpo de Cristo y al Maligno a un tiempo y con la pelea interior que yo tendría que tener seguro que me había desiquilibrado.  Yo en realidad tenía ganas de comer que sabía que lo ibamos a celebrar con chocolate y churros.


Mi madre y mi abuela, detrás algunas personas de la familia Roldán.  Carmen Roldán y mi tío habían sido mis padrinos.

Por cierto el traje fue una de las mayores desilusiones de mi infancia.  El galón que se metía en el bolsillo de la chaquetilla, estaba cosido dentro del bolsillo, mientras que el de la mayoría de los niños no estaba así y tenía un pito marinero que tocaban sin parar.  Yo en cambio nada, sin pito.


En esta foto a la izquierda aparecen mi tío Vicente y mi tía Magdalena.
En esa época ya era costumbre hacer regalos a los niños, pero no como ahora.  Yo en cambio recibí lo que para el momento era un gran, grandísimo regalo.  Mi tio Manolo me había enviado desde Venezuela, con mi abuela, un reloj de pulsera, suizo a cuerda, no había ni eléctricos de automáticos todavía.


El reloj existe todavía, lo guardo bien guardado y funciona todavía, lo único que ha necesitado han sido correas y cambiar las coronas por desgaste al dar cuerda.
Aunque no pudo venir a España hasta muchos años después, yo siempre me entendí mejor con mi tío Manolo que con mi tío Paco, al que veía más distante.  Yo creo que si llega a estar en España mi tío Manolo y yo nos lo hubieramos pasado bastante bien.  Ahora al menos me queda el contacto con sus hijas, mis primas, y sus hijos.  Me apetece seguir así porque aunque alguno tenga algún defectillo como ser forofo del Real Madrid (Oscar siento lo del 1-3, te iba a llamar pero lo dejé), me parecen unos chicos estupendos.

Unos días después me hice estas fotos:


Fue en casa de mi tio Enrique y mi tia Pepita, primos hermanos de mi madre.  Mi tío Enrique era aficionado a la fotografía y tenía su propio equipo de revelado.  Lo que más recuerdo de esas visitas era que en una probé el salmorejo y me encantó hasta hoy.  Las dos niñas eran las hijas de mi tía con las que hace mucho tiempo perdí contacto aunque nos lo pasabamos muy bien.


En una comunión como debe ser no pueden faltar los recordatorios.  Los míos fueron estos:

Puede ser que el contacto con mi padre lo perdiese en aquellas fechas debido precisamente a esto.  Al parecer mi padre (impresor) quería hacerme los recordatorios y el mal rollo entre familias lo impidió.  Yo en aquel momento no me dí cuenta evidentemente pero hoy día reconozco que hubiese preferido tener ese recuerdo de mi padre.  Al menos mis hermanas seguro que lo tienen, algo es algo.


Poco tiempo después mi tío Paco vino por primera vez a España con mis dos primos y mi prima, pero esta ya es otra historia que podré contar más que ilustrar porque mi madre ha perdido o tirado sin darse cuenta muchas fotos.


Mientras tanto el niño Paquito se hacía estas fotos cursis:
Mira por donde se ve que siempre he sido amigo de los tirantes, no así de la corbata.
No se si felicitaros la Navidad ahora porque quiero escribir algunas cosas más próximamente, pero no puede por menos que dejaros una bonita imagen navideña al más puro estilo mío:



Y no me pongais mala cara, que viendo como eran los Reyes Magos de mi época, este Papá Noel me parece hasta agraciado.


Hasta pronto!!!!!

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